La historia del palacio se remonta al tiempo de los incas, ya que según las primeras crónicas de los conquistadores españoles, en el siglo XV existían templos de esta civilización alrededor de la plaza de San Francisco, uno de ellos en el sitio mismo del actual predio ocupado por la mansión. Tan pronto llegaron los españoles a Kitu, en 1534, muchas familias pudientes establecieron sus casas en los flancos de la plaza, aunque no existen registros de los primeros ocupantes de éste, el predio más cercano a la Capilla de Cantuña.
La mansión pasó a pertenecer a la familia Gangotena desde aproximadamente el siglo XVIII, cuando se sabe que una de las hijas desistió de contraer matrimonio con un acaudalado joven de la ciudad, el novio enfurecido intentó fallidamente incendiar la mansión,aunque no fue la única vez que el fuego atentaría contra el edificio. Los Gangotena reconstruyeron la mansión en 1880, con el objetivo de volverla más habitable según los estándares de la época, incluyendo posiblemente los primeros baños.
En 1914 un calamitoso incendio comprometió seriamente la estructura de la mansión colonial, por lo que en 1918 la familia encargó la construcción de una nueva residencia a los arquitectos italianos Antonino y Paolo Russo. Como resultado de su intervención, la casa tomó una interesante mezcla de estilos arquitectónicos tanto en la fachada y exteriores, como en la decoración y estructuras interiores.
Durante décadas el palacio fue escenario de importantes reuniones políticas, eventos históricos, culturales y glamorosas fiestas para la más selecta sociedad quiteña de la primera mitad deñ siglo XX, siendo incluso residencia de varios Presidentes de la República como el doctor Camilo Ponce Enríquez, que estaba casado con Dolores Gangotena y Jijón, heredera del palacio.
A mediados de los años 1950 Quito entró en un acelerado crecimiento que llevó a muchas de las familias a mudarse hacia los sectores de La Mariscal y La Floresta, al norte de la ciudad; mientras varias de las señoriales casas del centro histórico fueron abandonadas o arrendadas para viviendas más modestas con ocupación por habitaciones, lo que aceleró su proceso de deterioro, entre ellas el propio palacio Gangotena. Sin embargo, con la declaratoria de Quito como patrimonio de la humanidad en 1978, entró a formar parte del inventario patrimonial de la ciudad, lo que le hacía partícipe de políticas de conservación que alcanzaron su clímax en 1997, cuando la propiedad es adquirida por un grupo de empresarios hoteleros que la restauraron completamente para dar paso al Hotel Casa Gangotena, actualmente considerado el mejor del país y uno de los más exclusivos del continente.
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